Jornada Signo y Letra. La experimentación poética en Extremadura. 13 y 20 de noviembre de 2019.

Encuentros previos a la jornada. Vestíbulo de la Facultad de Filosofía y Letras (Cáceres) y Decanato.

Subsanación de lapsus en la presentación de Fernando Millán. El autor de la Antología de la joven poesía española (1967) es Enrique Martín Pardo.

La víspera. Reencuentro con Fernando Millán.

Visita guiada a la exposición "Unidad del mundo" en el  MEIAC con alumnos de Filología y de Historia del Arte y becarios Erasmus. 20/11/2019

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La lluvia y los rumores, ensordecidos por la lluvia, quedaron fuera. Un espacio de luz envolvente nos acogía. En un primer momento, en el panóptico de la antigua cárcel, de la voz de Antonio Franco, emergieron los paisajes y personajes de las obras de Timoteo Pérez Rubio, Ortega Muñoz, Juan Barjola, Luis Canelo y Eduardo Naranjo. El retrato de Rosa Chacel de Timoteo Pérez Rubio atrajo la atención de las estudiantes quizá porque todos los participantes eran chicas y el retrato, magnético. Luego, como quien desciende a otro universo, las obras de JA Cáceres nos envolvieron con sus imágenes poderosas, sus niveles de lectura, su movimiento y su osadía.

 

Las expectativas que traían era ver obras del tipo de las de Brossa o Antonio Gómez. Primero, fue el desconcierto.

 

"Cáceres quiere ir más allá (de la letra) sustituyéndola por otros signos, que Cáceres quiere que sean símbolos. el mundo visual así surgido se distingue por su virginidad y por su amimetismo. Estos ideogramas de los añicos crean un código realmente distinto y no caen en las redundancias ingenuas de los poemas-imagen, ese traspiés de la poesía concreta (...) Es decir, Cáceres no supedita el material desintegrado o descoyuntado a otras intenciones, sino que los deja hablar por sí mismos",

 

Leímos la cita de Felipe Boso en prax. 7 poetas experimentales. pp. 17.18. (ediciones H Jenniger, 2011). Y, entonces, comprendimos. Iba más allá.

 

No agotamos la paciencia de quienes terminaban su jornada y debían cerrar. Pero nos supo a poco, a breve la visita, tan intensa la obra de JA Cáceres, como la vida.